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La vida de un artista de sonido en Sony Pictures

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Jose_C
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Autor: Sony Europa
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Tras cada gran película, hay un gran artista de sonido, o como se les conoce profesionalmente: artistas de Foley. Quizá no hayas oído hablar de ellos antes, pero seguro que has escuchado su trabajo, bien de manera consciente o inconsciente.

Los artistas de Foley son los responsables de crear los sonidos más familiares y mundanos de las películas. Ninguno de esos sonidos se registra durante la grabación de la cinta, así que el trabajo del artista de Foley consiste en introducir ese audio de nuevo en cada escena para aportarle el realismo y dramatismo característico de cualquier buena película que se precie. Por ejemplo, el sonido de dos personajes que se cruzan se recrea frotando dos trozos de tela cerca del micrófono y la cáscara de un coco cortada por la mitad y rellena de mullido sirve para recrear el galope de caballos.

Robin Harlan y Sarah Monat son dos artistas de Sony dedicadas al Foley, asentadas en los estudios de Sony Pictures de Culver City (California) que han prestado sus servicios a la producción de cientos de películas. “Una buena metáfora para explicar qué es el Foley es imaginar un mosaico de sonidos”, comenta Robin. “Los diseñadores y editores de efectos de sonido ponen las piezas de mayor tamaño y luego los artistas de Foley se encargan del ensamblaje. Su función no es llamar la atención, sino entretejer la red de sonidos y contribuir a unificarlos en una sorprendente mezcla final”.

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A menudo el trabajo de los artistas de Foley desempeña un papel fundamental a la hora de guiar los sentimientos del público en el desarrollo de la película. Puede llevar a los espectadores a la risa con sonidos excéntricos y exagerados, o agregar suspense y drama con espeluznantes chirridos o choques repentinos. La grabación de una persona adentrándose en un bosque tenebroso puede asustar un poco, pero si le añades el murmullo de las hojas y el crujido agudo de una rama partiéndose, de pronto la escena se vuelve mucho más dramática y cada nuevo sonido te absorbe más y más.

Sarah afirma: “Considero que el Foley sin duda añade un elemento emocional, ya que se trata de la parte del sonido encargada de la acción. Una persona camina de forma diferente si está enfadada, borracha o feliz... Al recrear la acción, puedes incluir ese elemento humano más orgánico, en contraposición a los pasos fortuitos obtenidos de una biblioteca de sonido. Se podría decir que somos un poco como los actores del sonido”.

Con tantas películas que necesitan de artistas de Foley para rellenar esas redes de sonido, la agenda de Robin y Sarah está siempre repleta de trabajo. En un día normal, se levantan a las 5 a.m. para llegar con tiempo al estudio de Sony Culver City y empezar a trabajar religiosamente a las 7 a.m. “Echamos un vistazo a la carga de trabajo viendo la película en la que estamos trabajando y revisando la lista de direcciones que han preparado para nosotras”, explica Robin. “Estas directrices son de extremada importancia porque nos sirven de hoja de ruta sonora para el resto del día”.

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A continuación empieza la parte divertida: incorporar los sonidos de vuelta a la película. “Por lo general, empezamos sustituyendo el ruido de los pasos de los personajes. Seguidamente, pasamos a los efectos de suaves, que engloban los accesorios que tocan los personajes. Tenemos una jornada de nueve horas y después nos vamos a casa a descansar para poder empezar de nuevo al día siguiente”. Normalmente acabar una película estándar lleva entre 10 y 12 días, detalla Robin, pero ya ha tenido que dedicar hasta seis semanas a una misma cinta.

El nivel de detalle que los artistas de Foley incluyen en su trabajo resulta extraordinario. Por ejemplo, grabar algo tan sencillo como un paso puede requerir varias horas. En primer lugar necesitan decidir qué material utilizar bajo la suela, como arena, gravilla, pavimento, hierba o algo totalmente diferente, e incluso tienen que decidir el tipo de calzado que van a ponerse para lograr una recreación del sonido lo más precisa posible.

“Me gusta reflejar las emociones de los personajes mediante la selección del calzado para sus pasos”, añade Robin. “Hay tantos sonidos diferentes y cada par de zapatos produce un sonido distinto adecuado a cada personaje individual. Elegir el par de zapatos de cada personaje es muy divertido y si lo has hecho bien el sonido se fusiona con el resto de la producción y se convierte en parte de la historia”.

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Para la obra maestra de James Cameron, Titanic, Robin y Sarah tuvieron que ser muy imaginativos para obtener los sonidos apropiados. Sarah afirma: “Dado que la mayor parte del rodaje se realizó en el estudio, tuvimos que recrear todos los sonidos de personas moviéndose en el agua, así que montamos una gran piscina en nuestro escenario de Foley. Además, quisimos marcar la diferencia entre los pasajeros pudientes de clase alta y aquellos ubicados en proa”.

Con tal demanda de sonidos tan variados e intrincados, ¿tiene el artista de Foley tiempo de experimentar y crear nuevos sonidos? “Tenemos una gama más libre que podemos utilizar siempre que queramos para obtener el sonido deseado. Por supuesto, cuando llevas tanto tiempo haciendo esto, empiezas a saber qué funciona para recrear ciertos sonidos y desarrollas una gran cantidad de accesorios que puedes utilizar de inmediato porque sabes cuál va a ser el resultado. También hay situaciones en las que aparece algo completamente nuevo y tienes que despertar tu creatividad y experimentar para conseguir el efecto deseado”.

Aunque ciertamente no los verás en pantalla, los artistas de Foley son una pieza fundamental para conseguir que una película cobre vida. Con la creación de tan solo unos cuantos sonidos pueden conseguir que te mueras de risa o hacerte saltar del asiento, lo que demuestra que el sonido es mucho más poderoso de lo que quizá habías pensado.

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