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Akira Kurosawa: el maestro del detalle en el cine

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Jose_C
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Autor: Sony Europe
 
 

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En 1990, Martin Scorsese recibió la propuesta de ponerse en la piel de Vincent Van Gogh en la 31ª película de Kurosawa, Sueños, y cogió un avión a Hokkaido (Japón), encantado de poder trabajar con su héroe. Cuando el rodaje terminó y llegó el momento de volver a América (para empezar a editar Uno de los nuestros), Kurosawa se presentó con un regalo: unos dibujos maravillosos que había hecho durante el visionado de sus escenas en la película. A cambio, Scorsese le dio a Kurosawa un dibujo que había pintado hacía unos años, de un fotograma de Los siete samuráis. El maestro lo cogió, lo estudió cuidadosamente en silencio durante un largo rato, y dijo: “La espada está en la otra mano”.

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Akira Kurosawa normalmente hacía centenares de estos dibujos en la fase de preparación de sus películas, y esta anécdota es un claro ejemplo del rigor con el que hacía sus películas – 33 en total, y un trabajo que está considerado entre los más brillantes de la historia del cine. Este nivel de detalle y precisión es lo que hace que su obra sea tan cautivadora, atemporal y trascendente.

Maestro de la narración visual

Su meticulosidad se extendía a todos los aspectos de su trabajo, desde la redacción del guión hasta la edición y posproducción – tareas que realizaba él mismo o que supervisó a lo largo de sus 52 años de carrera. Esto le aseguraba tener un control total sobre cada escena. Al contrario que ocurre con muchos de los más grandes directores de cine, casi todo su trabajo estaba perfectamente planeado (se cuenta que él mismo cosió personalmente parte del vestuario de Los Siete Samuráis).

Esta rigurosidad dota a sus películas de una contante pureza expresiva, incluso en las escenas más complicadas. Si echamos un vistazo a cualquiera de las famosas batallas que aparecen en la épica Ran de 1985, por ejemplo, parece increíble lo fácil que resulta seguir la acción en medio de todo el caos. Cientos de soldados y caballos pasan rápidamente por delante de la cámara, pero su habilidad de contar la historia entre tanta confusión es fiel reflejo de cuanto de cuidado y detallado es su estilo cinematográfico.

La narrativa a través de un posicionamiento detallado de los actores y la cámara se hace evidente a través de todo su repertorio. Para entender la precisión absoluta de su narración visual, basta con ver el fotograma en Los Siete Samuráis en donde todos los personajes principales comparten la misma escena pero sin mirarse, con las cabezas inclinadas por la frustración.  

En las películas de Kurosawa también se puede notar una constante sutileza de movimiento dentro del encuadre. El posicionamiento de los cuerpos y su dinámica son características claves en su obra. Como el propio Scorsese recuerda acerca del rodaje de Sueños, durante uno de los ensayos: "Se suponía que tenía que crear una nueva pintura y luego descartarla. "También destruyo ésta, ¿verdad?",  pregunté. "No," dijo Kurosawa, "ésa la doblas, y luego das cuatro pasos." La precisión personificada. 

 

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Una fuerza dominante en el cine 

Los personajes de sus películas se mueven de una manera única, a veces incluso exagerada - todo orquestado por el director de forma precisa para desarrollar una narrativa visual lo más sencilla posible. 

Kurosawa dominó todos los aspectos del proceso cinematográfico en todos sus proyectos. Su atención al detalle es inherente a todas las etapas de su producción, a partir de sus maravillosas ilustraciones conceptuales hasta llegar a la edición final de la película. Sus películas son en sí mismas una expresión de su personalidad, de su dedicación y precisión, y a día de hoy se encuentran entre algunas de las que han ofrecido más inspiración, matices y originalidad que el mundo del cine ha visto.